Contemplando para vivir
Mensaje de Mons. Antonio Valí Valdés. Obispo de Tui-Vigo

“Cuando abrimos un periódico o navegamos por internet buscando las noticias de cada día, son muchas las sensaciones que nos inundan: sorpresa, asombro, enfado, cierta angustia… ante el panorama que vamos descubriendo. La humanidad avanza sin parar y vive el día a día envuelta en muchas calamidades, sufrimientos y dolores de tantos inocentes que se nos hacen presentes en la realidad personal de cada uno.
Cada año nos acercamos, en los días de la Semana Santa, al sufrimiento de un Inocente, Jesús de Nazaret, que nos recuerda que hay una vida nueva que se nos regala y hacia ella vamos todos. La Semana Santa nos presenta el dolor de la humanidad, la muerte injusta del inocente y la esperanza de la fe cristiana.
Estos días son días para contemplar… para mirar, prestar atención a los detalles de la vida, empaparnos de lo que vemos y dejar que esa realidad nos provoque, envuelva, implique y complique.
Contemplamos la pasión y muerte de un Inocente, en ella nos encontramos con las grandes cuestiones de la existencia: amor y miedo; la fragilidad capaz de asumir errores y la que queda clavada en el remordimiento; la dureza del corazón y la compasión honda; el perdón y egoísmo de quien busca su bienestar y futuro; la fidelidad de quien no tiene miedo a arriesgar porque ama; la ternura,… En la pasión, nos encontramos con Jesús, que nos muestra cómo es Dios y cómo es el ser humano. En la pasión contemplamos la vulnerabilidad del mundo y de la humanidad, y vislumbramos una nueva esperanza que trae el Crucificado-Resucitado. En la pasión contemplamos lo que somos y lo que estamos llamados a ser, hombres y mujeres llamados a la plenitud que viene de la Resurrección de Cristo; hombres y mujeres nuevos, llenos de vida nueva capaces de ayudar a construir el Reino predicado por Cristo.
Contemplamos no solo para recordar, ver, procesionar, disfrutar de las imágenes u orar con la liturgia… aunque todo esto nos pueda ayudar a entrar en el significado de estos días. Todo lo que contemplamos en la Semana Santa nos lleva a situarnos personalmente ante Dios, ante los hermanos y ante nosotros mismos. Es el momento de dejar de huir ante lo que sucede en el mundo o de ser meros espectadores que miran con indiferencia el paso de los acontecimientos y dolores de la historia. Este es el momento de comprometerse con la realidad concreta que nos rodea, porque siempre hay esperanza, aquella que viene del Resucitado. Nos dice el papa Francisco: gracias al amor de Dios en Jesucristo, estamos protegidos por la esperanza que nunca falla. La esperanza es el ancla, segura y firme. En ella la Iglesia suplica para que todos se salven y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo (Mensaje para la Cuaresma 2025)”.